Dr. Joaquín J. Sopena Juncosa, DVM, PhD.
Dr. mJosé Mª Carrillo Poveda, DVM, PhD,.
Universidad CEU Cardenal Herrera
Facultad de Veterinaria
Departamento de Medicina y Cirugía Animal
Hospital Clínico Veterinario CEU , Servicio de Cirugía y Traumatología
Cátedra Fundación García Cugat para la investigación Biomédica
Cuando pensamos en el postoperatorio de una cirugía, casi siempre nos planteamos un período corto de tiempo, en torno a 10-14 días, en los que sabemos que el procedimiento se puede complicar. Normalmente tras la primera semana, la posibilidad de complicaciones se reduce considerablemente.
Sin embargo en cirugía ortopédica y traumatología, este período de tiempo se alarga considerablemente. Puede llegar a durar varios meses, en los que pueden producirse complicaciones muy graves. El conocimiento de este hecho hace que, en no pocas ocasiones, seamos precavidos y avisemos al propietario de que este tipo de cirugías son muy “desagradecidas”, que pueden producirse complicaciones “inesperadas”, que “vigile a su mascota”, que no corra, que no se mueva mucho… porque si no sigue nuestras indicaciones, puede fracasar todo nuestro trabajo.
Cuando se produce una complicación, nuestra tendencia es buscar una causa…ajena a nosotros. Buscamos algo que no hemos podido controlar y que será la causa más probable del fallo o complicación.
Intentamos encontrar qué ha hecho mal el paciente, el propietario o… el fabricante del implante para que haya ido mal la cirugía que acabamos de hacer.
Las cirugías en traumatología se complican. Estas complicaciones pueden ser de tipo mecánico (fallo de un implante, mala unión, desviaciones,…) o biológico (osteomielitis, unión retrasada, no unión,…). Las complicaciones biológicas pueden ser muy graves, requiriendo tratamientos complejos y muy largos en ocasiones. El objetivo de esta charla no es ahondar en este tipo de complicaciones, muy estudiadas y conocidas por todos. Nuestro propósito es darle la vuelta al concepto de complicación, buscar cuál es la causa más habitual de las mismas y tratar de “combatirla” o, mejor dicho, tratar de aprovecharnos de la complicación para aprender de ella y evitarla en un futuro. Es muy importante tratar el problema, pero lo es mucho más evitar que vuelva a pasar.
Este planteamiento es poco convencional, porque la principal causa de complicación somos nosotros mismos en muchas ocasiones. El primer paso será reconocerlo. A partir de allí, vamos a intentar aprender de nuestros fallos. Para ello revisaremos los casos clínicos en los que hemos fallado o aquellos en los que han podido fallar otros compañeros. De ese análisis tenemos que extraer conclusiones importantes, hay que buscar qué hemos hecho para intentar comprender por qué la evolución del caso no es la esperada. Buscaremos explicaciones mecánicas, biológicas y clínicas para aprender cómo evitar estas complicaciones. Solo desde el reconocimiento de nuestras limitaciones y el análisis de nuestros actos podremos llegar a comprender qué ha pasado y, lo más importante, buscar soluciones y evitarlo en un futuro.